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Super Usuario

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Martes, 05 Enero 2016 16:53

Iquitos

“Sumérjase en la Amazonia peruana, con su aroma a frutas exóticas y su asombrosa fauna.”

Los albergues rurales son el mejor medio para que la selva loretana revele sus secretos. Hay muchos de ellos, de muy buena calidad y servicio, en ríos apartados y lagunas secretas, donde el bosque se llena de sonidos y el cielo se alborota de sensuales colores.

Iquitos es una virtual isla, rodeada de vastos bosques verdes y de colosales ríos que se disfuerzan a su alrededor. Y es que, a pesar de ser la ciudad más grande de la Amazonía peruana, no existen carreteras que la comuniquen con la costa o la sierra. Sólo se puede arribar por vía aérea o fluvial. Es precisamente ese aislamiento, parte de su innegable encanto. Basta pasear por su Boulevard con una leve brisa refrescando el ambiente, y admirar las elegantes edificaciones con vista al río, o disfrutar de las magníficas casonas enchapadas con azulejos construidas durante el boom del caucho para darse cuenta de que esta ciudad goza de una sólida identidad arquitectónica.

A falta de carreteras, está el río Amazonas, el más largo y caudaloso del mundo, el único donde se puede apreciar la curvatura de la Tierra, como en el mar.

Uno puede navegar por sus aguas hasta el punto exacto donde confluyen los también poderosos Marañón y Ucayali. Precisamente allí también se encuentra la Reserva Nacional Pacaya Samiria, con sus lagos y delfines. Pero si quiere naturaleza virgen al instante, muy próxima a Iquitos se extiende la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana, unos bosques mágicos asentados sobre arena blanca, donde en los últimos años se han descubierto media docena de aves nuevas para la ciencia.

Martes, 05 Enero 2016 16:47

Chachapoyas

“Atrévase a descubrir los innumerables misterios que alberga Chachapoyas.”

Chachapoyas, capital de Amazonas, es el punto de llegada a esta tierra que no deja de asombrar al mundo por sus extraordinarios descubrimientos como la catarata de Gocta, la tercera más alta del planeta.

Bastará apenas un pestañeo para quedar definitivamente hechizado por el encanto de Chachapoyas. Una ciudad envuelta aún por un velo de misterio. Pocos la conocen y pocos saben de la belleza de sus callejuelas, de las delicias de sus numerosas dulcerías, y de los patios de las casas decorados con orquídeas. Chachapoyas tiene el ambiente arquitectónico de una urbe serrana, sin embargo ya huele a selva.

A la altura de Machu Picchu, los dos mil años de Kuélap, sus murallas de veinte metros de altura, y sus deliciosos frisos de piedra, hacen de esta ciudadela el símbolo emblemático de la cultura de los Chachapoyas. Pero Kuélap es sólo un botón de muestra. A lo largo del generoso valle del Utcubamba hay desperdigados cientos de restos arqueológicos: riqueza histórica sólo comparable con el Cusco. Son especialmente sobrecogedores y hasta tiernos, los monumentos que han dejado como culto a los muertos: mausoleos y sarcófagos pendiendo de los abismos. Como las altivas estatuas de dos metros de Karajía. Los alfareros se encuentran en Huancas, las hilanderas en Colcamar, la tradición en Jalca Grande, y los quesos y yogures en Leimebamba, simpático pueblo que alberga al Museo Mallqui, donde se exhiben estéticos fardos funerarios y otras riquezas culturales descubiertas en la Laguna de los Cóndores.

Martes, 05 Enero 2016 16:42

Tarapoto

“Deléitese dando rienda suelta a sus sentidos en esta tierra de lagunas y cataratas de ensueño.”

A diferencia de otras ciudades de nuestra cálida Amazonía, Tarapoto se ve privilegiada por su fácil acceso y por ser un excelente enlace con otras ciudades y pueblos aledaños.

Hay lugares no aptos para cardíacos, dicen, y en Tarapoto habrá que tomárselo muy en serio, pues la alegría, la atmósfera tropical y su mágico colorido buscarán pícaramente colarse -e instalarse definitivamente- en el corazón viajero y hacerlo colapsar de puro encanto. Y es cierto, pues una ciudad como ésta, flanqueada de verde y abrupto paisaje florido, bajo la mirada de un cielo abigarrado en eternos matices, no puede hacer menos por sus visitantes. Quienes la llaman “tierra de las cataratas”, de hecho no se equivocan, pues entre sus principales atractivos se lucen, precisamente, algunas de las más bellas y portentosas caídas de agua de nuestro país. Ahí están, por ejemplo, las cataratas de Aguashiyacu, en el emblemático Cerro Escalera; las de Huacamaíllo, en el delicioso distrito vinícola de San Antonio de Cumbaza, o las de Tununtunumba, en Chazuta. Impensable aventurarse por esos rumbos sin una cámara fotográfica o hacerlo con el corazón tibio. En todo caso, si esto último sucediese, una visita a la hermosa Laguna Azul (o El Sauce) o a Lago Lindo, con sus fascinantes y serenas aguas cristalinas; al admirable complejo arqueológico del Gran Pajatén, al encantador poblado mestizo de Lamas o a la ciudad de Moyobamba, capital del departamento de San Martín, con sus 2,500 variedades de orquídeas, terminará de aclimatar el corazón y hacerle a uno sentir que no hay necesidad de seguir buscando. Hay que darle, más bien, una buena tregua a los sentidos y al alma inquieta.

Martes, 05 Enero 2016 16:35

Cajamarca

“Disfrute Cajamarca, una ciudad ataviada de tradición, colorido y bucólico encanto.”

Cajamarca reúne tres ingredientes que la convierten en un destino inolvidable: una magnífica arquitectura colonial, hermosos paisajes y una rica historia.

Esta acogedora campiña de noble corazón andino sabrá dar más de una grata insinuación a quien se acerque en busca de acariciantes paisajes o de sensible memoria histórica. Campos de verdes pastos, pródigos del mejor ganado vacuno, de los mejores quesos y de la mayor producción láctea del país, son el escenario en que se ve enclavada una encantadora ciudad de gran talante, la singular Cajamarca. Imperdible visitar su tricentenaria Catedral, de inconfundible traza barroca; o la iglesia de Belén, en la que se congregan lo barroco, lo gótico y lo renacentista, o el célebre Cuarto del Rescate, en el que el inca Atahualpa pagó cara su ingenuidad con oro y plata de inapreciable valía. Y todo ello, sin necesidad de dar muchas vueltas, en el centro mismo de la ciudad. Sin embargo, si se quiere ir un poco más allá y salir de lo céntrico y urbano, la recompensa promete ser tanto más generosa, pues puede encontrar estupendos lugares como los Baños del Inca, el complejo arqueológico de Ventanillas de Otuzco, los parajes arbolados de Granja Porcón, donde corretean vicuñas y venados, o las acogedoras y coloridas comarcas campesinas de Celendín y Llacanora. Si es amante de la aventura no dude en visitar Cumbemayo, alucinante bosque de piedra que contiene petroglifos y acueductos, en un verdadero derroche de exquisita historia, deleite y sano orgullo por el terruño amado.

Martes, 05 Enero 2016 16:00

Trujillo

 

“Deténgase en Trujillo. Contemple su señorial arquitectura y sus maravillas ancestrales.”

Trujillo es llamada la “capital de la marinera” por sus afamados concursos y sus eximios danzantes, hombres y mujeres de toda edad, que parecen llevar el ritmo en la sangre.

En ninguna ciudad del Perú se lucen tan bien las casonas como en Trujillo. El centro de la ciudad está poblado de estos espléndidos monumentos erigidos durante la colonia y los primeros años de la República. De llamativos colores pastel, las grandes y lujosas casonas están decoradas con magníficos balcones, elegantes portadas y espaciosos zaguanes. Aunque tal vez el sello de distinción sean sus notables ventanas enrejadas a manera de encaje. Como pocas capitales, Trujillo tiene todo al alcance de la mano. Se puede decir, incluso, que coexisten varias ciudades dentro de un mismo espacio geográfico: a su exquisita combinación arquitectónica colonial y sus discretas manifestaciones modernas, se le suman suntuosos templos precolombinos, que le otorgan una prestancia a la altura de otras magníficas urbes del mundo. A pocos minutos de Trujillo se encuentra Chan Chan, la ciudad de barro más extensa del mundo antiguo (24 km. cuadrados). También a tiro de piedra de la capital de La Libertad, se estiran las espléndidas Huacas del Sol y de la Luna, la pirámide de barro más grande del Perú con artísticos dibujos de sus principales deidades en las paredes. Y al norte de la ciudad, el complejo arqueológico El Brujo sorprende por los tatuajes de arañas y serpientes estilizadas en los brazos inertes de la llamada Señora de Cao.

Lunes, 04 Enero 2016 03:00

Trujillo

Lunes, 04 Enero 2016 03:00

Chiclayo

Lunes, 04 Enero 2016 02:57

Tumbes y Piura

Miércoles, 30 Diciembre 2015 15:36

Chiclayo

“Visite Chiclayo y reviva las leyendas de los poderosos señores que poblaron sus tierras entre el desierto y el mar.”

Chiclayo, capital de Lambayeque, tiene a tiro de piedra magníficas playas, lujosos complejos arqueológicos y plácidos refugios de vida silvestre.

Sobre la piel del desierto y en medio de los valles se levantan pirámides sagradas. Sin embargo, fue recién en 1987, cuando se descubrió al Señor de Sipán (el entierro más fastuoso de América) que se tomó conciencia de la importancia de estas huacas, aparentemente descuidadas por fuera, pero magníficas por dentro. Como las de Sicán, Túcume y Chotuna. Este rescate cultural trajo como consecuencia la aparición de notables museos, de los mejores del Perú, como el vanguardista Tumbas Reales de Sipán  y el de Sicán.

No tan visible como las huacas, pero igual de importante, la proverbial cocina lambayecana usa recursos ancestrales, como el zapallo loche y la chicha de jora. Y seguramente el abierto cariño de sus gentes proviene también del fondo de los siglos, de la memoria genética de los antiguos mochicas. La historia, cargada de aire marino, está también presente en las caletas de pescadores de Pimentel  y Santa Rosa, donde los caballitos de totora, de 3 mil años de antigüedad, regresan a sus costas bajo la luz naranja del crepúsculo. Un sitio que mezcla historia y naturaleza es el bosque de Chaparrí, a hora y media de Chiclayo, un paraíso en la tierra. Allí es posible ver, bajo el cielo y entre los algarrobos, a osos, venados y pumas, pero también antiguos santuarios con refinadas pinturas rupestres.

Martes, 29 Diciembre 2015 22:32

Tumbes y Piura

“Déjese seducir por el extremo norte peruano. Enamórese de sus playas y de su soberbia naturaleza.”

El Norte peruano es pletórico en cuanto a riqueza natural y deleite se refiere. De playas serenas que se pierden en el horizonte y densos bosques de mangle que se traducen en un canto a la diversidad.

Si se tiene la suerte de viajar por tierra junto al litoral de Piura y de Tumbes, inevitablemente la vista termina por sumergirse y perderse en los encantos y embrujos del más hermoso de nuestros mares, el norteño. Uno de los principales atractivos de estos cálidos parajes es, sin duda, el legendario balneario de Máncora, con esa peculiar y subyugante combinación de  curtidos lobos de mar, surfistas, entusiastas grupos familiares, y asiduos visitantes de distintos rincones del mundo que algún día descubrieron –o les contaron- que en Máncora el sol no pasa nunca de moda. Todo el año es verano. Esta franja costera sí que es generosa.

A la par de Máncora, otras monumentales playas piuranas como Colán, Lobitos, Cabo Blanco u Órganos, también tienen mucho que decir –y que obsequiar– si de belleza natural y placer se trata. Pero, por si pareciese poco, no hay que olvidar que también el litoral tumbesino ha reservado para sus visitantes boletos preferenciales en sus más guapas playas, como lo son la moderna Punta Sal, el tradicional Zorritos o Puerto Pizarro, donde se puede visitar los bosques de mangle y su increíble fauna que incluye maravillosas aves y hasta cocodrilos. Y todo ello deliciosamente matizado con un famoso don culinario de especialidad marina que embelesa hasta los más exigentes paladares.

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